El ocho de febrero de 1918 nacía Xavier Blanch, en el seno de una familia burguesa. Fue el menor de tres hermanos. La madre, Emilia Pla Domíngo, también procedía de una familia acomodada, que había hecho fortuna en Cuba mediante la explotación de ingenios de producción de azúcar en la Costa Sur. Una joven, mucho menor que su esposo, acostumbrada a las comodidades, que contaba con veinticinco años cuando nació el pintor.
Su padre era por aquel entonces un empresario de la industria textil, y propietario junto con su propio hermano de una fábrica de mantas, hilados y tejidos en la calle Rocafort 116 de Barcelona. Pero en el transcurso de ese mismo año, falleció a los cuarenta años de edad - cuando Xavier contaba con tan solo unos meses - aquejado de la “gripe española”.
Xavier cursó sus estudios primarios y de bachillerato, y optó por las clases de pintura, ya que sus dotes para este arte se hicieron manifiestas desde la escuela primaria. Hacia 1930 ya recibe clases de dibujo y acuarela del profesor Josep Civil, y es en 1933 cuando se apunta a la escuela de Artes y oficios de la Llotja, en la sucursal de la Gran Vía de las Cortes Catalanas i calle Rocafort, donde recibe enseñanzas bajo la dirección de Julio García Gutiérrez.
Un año después entra al taller del pintor argentino Gustavo Cochet, pero sin abandonar la Llotja.
Con 18 años la guerra civil interrumpe su formación, y a finales de julio de 1938, es movilizado y trasladado al frente, en algún lugar entre Flix y Ascó ,en la provincia de Tarragona. Participa en la batalla del Ebro, donde está apunto de ser fusilado. Terminada la guerra se licencia y regresa a Barcelona a curar las heridas y reencontrarse con su familia y con la pintura.
Se matricula en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi, donde comienza enseñanzas de dibujo y pintura a las órdenes del profesor Francisco Labarta. Comienza a pintar con exclusividad. Recibe clases también de los profesores Raimon Capmany y Josep Puigdengolas, y de puertas para afuera, entabla relación con los pintores Joan Serra y Josep Mª Prim, que pasan a ser íntimos amigos para el resto de su vida.
Allá por 1934 nace en Barcelona un grupo sin parangón en la pintura catalana. Procedentes del salón de los “Evolucionistas”, estos artistas se reúnen y aglutinan en torno a la Barcelonesa Sala Parés.
Fue un grupo excepcional de la vanguardia catalana, tanto en el arte como en la constitución del mismo, ya que sus integrantes no profesaban en común ningún tipo de dogma o credo artístico, estético o político. Integraron este grupo los pintores: Pera Pruna, Raimon de Capmany, Joan Serra, Josep María Prim, Mallol Suazo, Emili Grau Sala, Alfred Sisquella, Miguel Vilá, Rafael Durancamps, Mompou, Togores, Puigdengolas, Rafael Benet, etc. A este grupo se unió Xavier Blanch, que era el más joven de todos ellos.
Blanch conoce en 1940 a Pilar Oliart Saussol, la que seis años más tarde se convertirá en su esposa. Ella tenía diecisiete años - él veintidós. Es el suyo un noviazgo que se desarrolla en plena posguerra. En esos años se va cuajando como pintor y comienza a exponer con éxito en la Galería Reig de Barcelona.
Instala su primer estudio en la Avenida Diagonal de Barcelona, y desde allí comienza a crear su obra. El 5 de marzo de 1949 es un día importante en la carrera de Xavier Blanch, ya que ese día inaugura su primera exposición individual dentro de la Sala Parés. Presenta treinta óleos, varios de los cuales son marinas realizadas en Calella de Palafrugell, seis bodegones de caza, algunos paisajes extremeños, y tan solo dos figuras.
Entre 1948 y 1951 nacen sus dos hijas, y hacia 1955 el pintor y su esposa se trasladan a Madrid, ciudad en la centra su producción en un estudio en la calle Ruiz de Alarcón. Hacia 1960 Blanch se separa de su esposa e inicia una nueva relación con la barcelonesa Ninona Hospital Rusiñol. Ninona será su musa, modelo y compañera durante más de dos décadas.
Se trasladan a París acogidos por el pintor Emili Grau Sala, y permanece un año en la capital francesa para trasladarse a Roma en 1962, donde crece como pintor y permanece durante más de una década. La crítica romana es benevolente con sus pinturas que muestra en las salas más importantes de Roma, En este período romano entabla amistades con el pintor Renato Gutuso y con el poeta Rafael Alberti.
En 1971 abandona Roma convertido en un artista nuevo, que habla italiano, inglés, catalán y francés. Un bohemio intelectual que a nadie deja impasible. Se queda en Cadaqués, alojado en casa de Rafael Durán, pintando y disfrutando de profundas conversaciones e interminables veladas con los pintores Raimon Pichot, Josep María Prim y Josep Roca-Sastre. Y entabla una gran amistad con Enrique Corominas, propietario del Banco de Sabadell.
En 1975 Xavier Blanch adquiere una casa fantástica en Peralada, en la plaza de Sant Doménech número 5. A partir de ese momento, Peralada se convierte en el centro neurálgico de su producción artística, así como en un lugar de peregrinación, de primer orden, para artistas e intelectuales de la talla de Dalí, Josep Pla, Mallol Suazo o Grau Sala. El pintor cuenta ya con cincuenta y cinco años de edad. Se encuentra en un momento de plenitud personal, artística y social. Para él uno de los objetivos de la propia vida es vivir.
Al mismo tiempo utiliza la casa materna como improvisado estudio barcelonés. Se encontraba en la Avenida Diagonal nº 363, entre Pau Claris y Laurea. Tenía un pequeño patio en el centro. Era muy grande y contaba con espaciosos salones donde pintar, que no se utilizaban para otra cosa. El mobiliario de estilo modernista es reflejado en multitud de retratos que el pintor realiza en esta casa. Son elementos recurrentes en sus obras el tocador con espejos, las sillas ovaladas, el comedor, etc.
En 1977 Blanch es seleccionado por el ministerio de cultura para presentar su obra en Europa del Este. Concretamente en una exposición itinerante que recorre Moscú, Leningrado y Varsovia.
Blanch permanece en Peralada hasta marzo de 1983. El artista cuenta ya con 65 años. Y pinta en Barcelona hasta finales de 1985 en que deciden trasladarse a Madrid. Cierra una de sus mejores operaciones mercantiles, con la Fundación Banco de Sabadell que le adquiere más de 300 obras. Monta su estudio en la calle Velázquez de la capital.
El último cuadro que Xavier Blanch pinta en vida lo hace en una sola sesión, un jueves 18 de marzo de 1999. Tres días después fallece en una clínica de Madrid. El 5 de junio, en Cadaqués, Ninona en compañía de las hijas de Blanch así como los pintores Rafael Durán y Raimón Pichot hacen entrega de las cenizas de Xavier Blanch al mar Mediterráneo.
Su actividad expositora fue intensa desde 1942 en que por primera vez monta una exposición individual y comienza a mostrar al mundo lo que lleva dentro. En total existe constancia de que al menos presentó sesenta exposiciones individuales a lo largo de su carrera, principalmente en Madrid y Barcelona, pero también en otras localidades catalanas, y del resto de España, así como en Italia, Grecia, o los Estados Unidos.
Participó asimismo de innumerables exposiciones colectivas con otros miembros del grupo de artistas de la Sala Parés.
La distribución de su obra está vinculada durante toda su vida a la familia Maragall. En una primera etapa desde la Sala Parés en Barcelona y posteriormente desde la Galería del Cisne, en el paseo de Eduardo Dato en Madrid.
A Xavier Blanch se le realiza un marcaje importante por parte de los críticos sobre arte. Se publican reseñas, críticas y reportajes sobre su obra en todo tipo de medios escritos. En distintos periódicos de Barcelona, Roma y Madrid se localizan críticas y comentarios a su obra. Algunos redactados por críticos de primera línea, como el mismísimo José Camón Aznar.
Tanto en revistas especializadas en arte, como en diarios de espectro generalista, la obra de Blanch recoge críticas favorables a lo largo de toda su carrera. Columnas escuetas y amplios reportajes en la Vanguardia, el Periódico de Cataluña o el ABC.
También se han publicado varias monografías y biografías sobre su obra y su vida, como en la enciclopedia viviente de la pintura, la enciclopedia de grandes maestros catalanes de la pintura, o la última, de Jesús María García García publicada bajo el titulo “Xavier Blanch, el último bohemio”, con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona.
En su pintura tocó todos los géneros con maestría y mucho oficio. Se podría decir que la elección de los temas es un elemento diferenciador de la pintura de Blanch. Él tenía unos temas muy suyos. La figura femenina fue un motivo recurrente a lo largo de su carrera, y habitual en toda su etapa de madurez, si bien no en sus diez últimos años de vida, donde recobró su pasión por las naturalezas muertas. Sus paisajes eran amables, y muy tranquilos. Verdes y ocres que reflejaban el ambiente de su casa de Peralada y de todo el Ampordá.
Blanch destaca en el retrato, en el bodegón, y también en sus paisajes de la Cataluña interior, de la Costa Brava, los páramos extremeños y también en las colinas romanas. Ese aspecto romántico del abandono extremeño, o de las ruinas de la ciudad eterna es lo que atrae al pintor con sus colores claros. No en vano Blanch gozaba de una sólida preparación académica en pintura, impartida por grandes pintores como, Jusep Civil, Gustavo Cochet, Josep Pusyengolas o Francésc Labarta.
En Roma le cambia la paleta. Sus primeros cuadros - sobre todo los pintados en Extremadura - eran como más grises, de una atmósfera más trascendente, y de Roma vuelve con mucho azul y colores más vivos… con más luz. Blanch regresa a España empapado en una luz que lo acompañará el resto de su vida. Tenía una grandísima personalidad que hace que su obra sea original. Un cuadro de Xavier es inconfundible. Cuando el espectador se sitúa frente a una de sus obras, no tienen cabida las dudas.
La particular manera de dibujar las formas diferencian las obras de Blanch de cualquier otra. Las manos de sus modelos, largas y huesudas, parecen reflejar la arquitectura de las del propio pintor.
La obra de Xavier Blanch se localiza en la actualidad en importantes colecciones privadas y públicas como la fundación UNIPAPEL, la Sala Parés, Galería del Cisne, Generalitat de Cataluña , Museo Centro de Arte Reina Sofía, Museo de Arte de Girona, Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Ayuntamiento de Barcelona, Fundación de Arte Banco Santander o la Fundación Banc Sabadell, que atesora más de 300 obras de este artista.